“El vestido azul”
En un pueblo pobre,
cercano a una gran ciudad brasileña, vivía una nena de unos 6 años muy bonita,
pero iba a la escuela con el pelo desprolijo y la ropa muy descuidada. Su madre
evidentemente no se esmeraba en su arreglo y su maestra de primer grado, día a
día, veía apenada el aspecto de la chiquita. - ¿Cómo una nena tan linda y
agradable puede venir a la escuela tan desarreglada? Pensaba…
Al mes siguiente
cuando cobró el sueldo, aunque ella también tenía sus propias necesidades, fue
a comprarle a su pequeña alumna un vestido nuevo. Al día siguiente cuando llegó
a la escuela, lo primero que hizo fue ponerle a la nena un bonito vestido azul.
Cuando la madre la
vio llegar a casa con aquel precioso vestido azul, pensó que con aquella ropa
su hija no podría andar con el pelo sucio y las uñas descuidadas. Y a partir de
ese día, la bañó diariamente, peinándola con unas preciosas trenzas, de moños
también azules.
Ese mismo fin de
semana, el padre dijo: “mujer, me da vergüenza que nuestra niña sea tan bonita
y esté tan bien arreglada viviendo en un lugar que se está cayendo a pedazos.
¿Qué te parece si arreglamos la casa?... yo en los ratos libres voy a pintar
las paredes y arreglar el cerco, tú ocúpate del jardín”.
Al comienzo de la
primavera siguiente, la casa ya se destacaba del resto por su prolijidad y las
floridas plantas que adornaban el jardín de césped verde y recortado. Los
vecinos estaban avergonzados de que sus casas se vieran tan descuidadas y
aunque el dinero no sobraba, decidieron mejorarlas con un poco de pintura y
mucha creatividad. Y así, poco a poco el barrio entero se fue transformando.
Un día, asombrado
por el cambio, un señor de otro pueblo que diariamente pasaba por allí con su
auto camino al trabajo en la ciudad, le comentó la metamorfosis de ese pueblo a
un amigo que trabajaba en el diario local. El hombre fue hasta allí, sacó
fotos, habló con los vecinos y publicó una interesante nota sobre el increíble
cambio del barrio.
Entonces la noticia
llegó al intendente, que pensó que esos vecinos merecían alguna ayuda del
municipio y firmó una autorización para la formación de una comisión que
estudiase las obras públicas que eran necesarias en ese lugar. Al poco tiempo
las cuadrillas municipales pusieron más alumbrado público e instalaron el gas.
Y luego de unos pocos meses las calles del barrio fueron asfaltadas. Al ocurrir
esto, una línea de micros decidió incluir al pueblo en su nuevo recorrido.
Y pensar que todo
esto empezó por un vestido azul.
No fue la intensión
de la maestra cambiar el vecindario, ni asfaltar las calles, ni poner el gas.
Ella sólo hizo lo que pudo hacer de su parte. Fue el primer movimiento que
acabó haciendo que otras personas se motivasen y se movieran para mejorar.
¿Cada uno de
nosotros está seguro de estar haciendo “su parte” en el lugar donde vive o
trabaja?
¿O somos de
aquellos que sólo “vemos” los baches, los chicos de la calle y la violencia en
todas partes?
Pensemos que es muy
difícil cambiar el estado total de las cosas…
Que es difícil
limpiar toda la cuadra, pero que es más fácil barrer nuestra vereda…
Que es difícil
reconstruir todo un pueblo, pero que es posible regalar un vestido azul…
Castro Santander,
Alejandro, Analfabetismo emocional. Editorial Bonum. 2005.
Este libro es una invitación para que sea la misma escuela la que
realice una propuesta superadora a partir de la formación de la
competencia social.